El endeudamiento global ha crecido de manera alarmante, lo que ha despertado preocupaciones entre analistas e instituciones multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI). Según el FMI, para finales de este año, la deuda mundial superará los 100 billones de dólares, lo que equivale al 93% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial. Esta cifra representa más del doble del PIB combinado de Estados Unidos y China, las dos principales economías globales, lo que resalta la magnitud del problema. Además, el FMI proyecta que para 2030, la deuda global podría llegar a representar el 100% del PIB mundial, generando riesgos financieros profundos.
Las grandes economías, como Estados Unidos y China, están en el centro de esta problemática. Ambos países tienen déficits crecientes que, aunque manejables a corto plazo, plantean riesgos sistémicos a largo plazo. La falta de políticas fiscales adecuadas en estos países podría generar efectos de contagio, afectando las economías emergentes. México, por su proximidad a Estados Unidos, no está exento de los riesgos. Una crisis de deuda en EE.UU. podría desencadenar una serie de consecuencias en México, como la depreciación del peso mexicano y un posible ajuste fiscal forzoso que podría llevar a una recesión económica global.
En escenarios donde Estados Unidos o China entren en recesión debido a su deuda, México enfrentaría serios desafíos. La depreciación de la moneda, la escasez de crédito y tasas de interés elevadas podrían agravar una recesión local, dificultando aún más el servicio de la deuda y generando una mayor incertidumbre económica. En este contexto, los costos de los préstamos a nivel global aumentarían, afectando tanto a empresas como a hogares. México ya ha vivido crisis similares en el pasado, y aunque se han tomado medidas para mitigar riesgos, la situación actual…