Este resultado representa un cambio significativo en el panorama político austriaco, ya que el FPÖ, con su ideología ultranacionalista, ha aumentado su apoyo en 13 puntos porcentuales desde las elecciones de 2019. Mientras tanto, el Partido Popular austríaco (ÖVP), que lideraba el gobierno saliente, ha sufrido una considerable pérdida de 11 puntos en comparación con las últimas elecciones. El Partido Socialdemócrata (SPÖ) se ubica como la tercera fuerza con un 20.9%, y tanto el partido liberal Neos como Los Verdes, socios del ÖVP en el gobierno anterior, han logrado entrar en el Parlamento con alrededor de un 8.8% y 8.7%, respectivamente.
El FPÖ, conocido por su alianza con formaciones ultranacionalistas en Europa, como Hermanos de Italia y Fidesz en Hungría, ha logrado superar incluso su mejor resultado histórico obtenido en 1999 bajo el liderazgo de Jörg Haider. En esta ocasión, Herbert Kickl, líder del FPÖ, ha dejado claro su deseo de encabezar la formación de un gobierno si su partido logra la mayoría. Sin embargo, el resto de los partidos han expresado su negativa a formar coalición con el FPÖ, lo que podría complicar la formación del próximo Ejecutivo austriaco.